La Argentina ha sufrido un problema recurrente, el cual parece no tener solución. Se trata de la inflación. Aquí discutimos el tema a detalle y su impacto en la Argentina.
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Qué es la inflación
Denominamos inflación a un aumento general del nivel de precios. Principalmente se calcula a partir de los incrementos porcentuales del costo de vida, es decir, cuánto varía la suma de dinero pagada por un consumidor por un conjunto representativo de bienes y servicios, mejor conocido como canasta básica.
Si el nivel general de precios baja, estamos hablando de deflación, quizás un fenómeno más complicado que la inflación ya que genera desocupación, quiebras y depresión económica. La Argentina ha sufrido ambas a lo largo de su historia, especialmente los procesos inflacionarios.
Existen diferentes tipos de inflación, de acuerdo a la comisión de aumento:
- Deflación: ocurre cuando se produce un descenso de los precios, es decir, una inflación negativa.
- Inflación moderada: su propio nombre lo dice, los importes de los productos se suelen mantener en el tiempo y el aumento de su valoración se genera de forma estacional, donde los incrementos no alcanzan el 10% anual.
- Inflación galopante: en este caso hablamos de un nivel de 2 o 3 cifras anuales, donde un producto o servicio puede hasta triplicar su precio en un solo año, provocando pérdidas del poder adquisitivo muy grandes. Generalmente ocurren por modificaciones de elevada importancia a nivel económico dentro de un país.
- Hiperinflación: aquí hablamos de un incremento en los importes en el orden del 1.000% anual. Esto produce grandes crisis económicas, ya que la moneda prácticamente pierde su valor por completo y el importe de los productos y servicios resultan casi exagerados. Puede llegar a darse que el valor de la moneda en sí mismo llegue a ser el mínimo al costo del papel que se utilizó para imprimirlo.
La inflación y sus causas
Los orígenes de la inflación pueden ser muy variados, no existe una regla única para explicar la formación de estos fenómenos. Los más comentados suelen ser los siguientes:
- Inflación de demanda: se produce cuando la demanda de productos es superior a la oferta.
- Inflación de costos: ocurre cuando suben los costos de producción de las empresas y para asumirlos, éstas aumentan sus precios de venta, trasladando ese costo a los consumidores finales.
- Inflación autoconstruida: a veces ocurre que, para evitar una subida de precios importante en muy poco tiempo, se aumentan los precios pero de forma gradual, con el fin de evitar las consecuencias que pueden producir en la población estas subidas bruscas de los precios.
- Inflación de la base monetaria: se da cuando se produce una excesiva emisión de dinero.
Como vemos, se trata de procesos que no son neutros, ya que acarrean subidas generales de precios, pero también transferencias de recursos de unos sectores a otros. Determinar cuáles son los grupos ganadores y perdedores podría decirnos mucho de la naturaleza de la inflación (o deflación) en las distintas etapas de un país, especialmente en Argentina.
Consecuencias de la inflación
Lamentablemente este fenómeno trae aparejado consecuencias negativas, especialmente para los ciudadanos trabajadores, que son los más perjudicados por esto. La más destacada tiene que ver con la pérdida del poder adquisitivo, en la cual las personas pueden adquirir menos bienes y servicios con igual cantidad de dinero, ya que el precio de los mismos aumenta mientras que el salario no (o al menos no en la misma proporción).
Sin embargo, no es la única cuestión que podemos señalar. Otros efectos que trae aparejados son:
- Gran incertidumbre económica y financiera, desencadenando una desaceleración en las inversiones en el medio y largo plazo.
- Aumento de las inversiones financieras especulativas (popularmente conocidas como la “timba financiera”), generando más incertidumbre.
- Es de carácter regresivo, ya que suele afectar más a aquellas personas que menos recursos tienen para enfrentar esta situación.
- Se benefician aquellas personas que tienen deudas por pagar y lógicamente se perjudican aquellas que deben cobrarlas, ya que la moneda vale menos.
Como vemos, todas las personas se ven afectadas, pero sin dudas, los más perjudicados siempre son aquellos que poseen menos recursos económicos, ya que normalmente, aquellos que gozan de un buen pasar económico pueden paliar la situación con inversiones y rentas.
Historia de la inflación en Argentina
Desde 1810 hasta 1944 la inflación en Argentina se ubicó en el rango de un 3% anual como máximo, causado principalmente por el aumento de precios por el bloqueo del puerto de Buenos Aires por parte de ingleses y franceses.
Existen varias opiniones con respecto al momento en que comenzó a existir inflación elevada en la Argentina, pero muchos la sitúan en el año 1945. En esta etapa, la Segunda Guerra Mundial había terminado y existía una escasez de oferta de diversos productos. Los países se replegaban en sí mismos y se enfocaban en sus mercados internos.
En el caso de Argentina, comenzó a mermar el hecho de perder terreno con sus exportaciones de productos agrícolas y ganaderos, que tan buenos ingresos le habían generado durante la guerra. Además, con la llegada de Perón, comenzaron a existir políticas salariales activas a favor de los trabajadores y se incrementaron las inversiones estatales en materia de inversiones locales y extranjeras.
Lo anterior produjo un aumento de los consumos públicos y privados, provocando una puja por la distribución de los ingresos y una inflación en mayor número que lo que venía siendo en las décadas anteriores.
Desde estos años hasta la propia muerte de Perón, ocurrida en julio de 1974, pasaron 14 presidentes argentinos (constitucionales y de facto). Durante este periodo, la mayor variación de precios se dio bajo la presidencia de Arturo Frondizi, con una tasa de inflación que superó el 120%.
Posteriormente a la muerte de Perón (década del setenta y ochenta) comenzó una etapa de profunda crisis económica y social, con la participación en la Guerra de Malvinas durante este periodo. En 1989 se dio un hecho inédito en la historia del país: se desencadenó una hiperinflación. Durante la presidencia de Raúl Alfonsín (luego del retorno a la democracia) la tasa de inflación llegó a ser del 3079% en ese año.
Ya en la década de los noventa, y a partir de la Ley de Convertibilidad del año 1991 (que fijó la paridad del austral con el dólar y luego con el peso), la Argentina comenzó un periodo de una reducción significativa de la inflación y una posterior estabilización de los precios.
A finales de esta década, se produjo un proceso de deflación bajo la presidencia de Fernando de la Rúa, como consecuencia de la recesión, llegando a una tasa del -1.1% anual. Sin embargo, la devaluación del 2002 bajo el mando de Eduardo Duhalde impactó en el nivel de precios, llegando a una inflación del 29.3%.
Tras un periodo de estabilidad de precios bajo la presidencia de Néstor Kirchner, los problemas volvieron a surgir a partir del 2007, cuando Cristina Fernández tomó el poder.
La implementación de varias políticas sociales, acompañadas de un bajo crecimiento a nivel económico, provocaron que la inflación aumentara. Finalmente, durante el gobierno de Mauricio Macri, se llegó al nivel más alto de inflación desde 1991, superando la marca del 2002, con un 47.6% en 2018. Al final del mandato de Macri, la inflación llegó al 158,44%.
¿Cómo frenar la inflación?
Somos conscientes de que Argentina posee una de las tasas de inflación más altas del mundo. Así mismo, comprendemos que para lograr un crecimiento continuo debemos tener una solidez en los precios.
Las medidas a adoptar para frenar la inflación están directamente relacionadas con reducir el consumo, como forma de recuperar el valor que ha perdido la moneda.
Entre otras cuestiones, reducir la inflación se puede logra mediante lo siguiente:
- Reduciendo la cantidad de dinero en circulación, de manera que a menor oferta, su valor aumente.
- Subiendo los impuestos, de forma que las empresas y los particulares dispongan de menos dinero destinado al consumo en general.
- Disminuyendo el gasto público, por el cual el Estado al gastar menos, contribuye a una desaceleración de la demanda de bienes y servicios. Al disminuir la demanda, el precio de las cosas tiende a bajar.
- Aumentando los tipos de interés, porque de esta forma se reduce el crédito y se reducen las chances de realizar gastos e inversiones.
- Fomentando el comercio exterior para que, al ingresar moneda extranjera al país, el tipo de cambio no aumente en detrimento del pueblo argentino.
Es seguro que la aplicación de estas medidas genere una retracción de la economía del país, pero es algo inevitable si el objetivo es reducir la inflación. Sin dudas involucra el compromiso de todos y no es algo sencillo, pero si indispensable para volver a niveles normales de inflación que le permitan al país contar con un crecimiento económico sustentable año tras año.
Lo anterior, sin embargo, no puede ser realizado si el gobierno, como ya se mencionó, carga todo el peso sobre los trabajadores (ajustes salariales, recortes a programas sociales y otras de las medidas que FMI suele recomendar). Así, queda entredicho que una buena gestión debe hacer milagros y un acto de malabarismo sagaz para poder hacer frente a la inflación sin caer ante presiones de organismos internacionales. En este panorama, Alberto Fernández tendrá que hacer lo propio para sacar adelante a la argentina. (ver Asume Alberto Fernández en Argentina: los 5 desafíos económicos que enfrentará el nuevo presidente)